lunes, 19 de diciembre de 2016

Los aspectos sensoriales y motrices de las personas con Autismo

En la actualidad, entender cuál es el desarrollo sensorial y motor de las personas con Trastorno del Espectro del Autismo (en adelante TEA), es un reto al que no se han dedicado muchas investigaciones. Las personas con TEA presentan un grupo de alteraciones neuroevolutivas con gran variedad de expresiones clínicas, siendo éstas consecuencias de disfunciones multifactoriales en el desarrollo del sistema nervioso central. Se caracterizan por la alteración de tres áreas principales: en la interacción social recíproca, en la comunicación y en los patrones de conducta, además pueden presentar intereses restrictivos, repetitivos y estereotipados.
Los aspectos sensoriales y motrices no suelen ser considerados como eje esencial a la hora de la adquisición del lenguaje verbal en niños con autismo, a pesar de que existe una clara evidencia. Del mismo modo, que pueden ser otros factores los que incidan negativamente en el desarrollo del lenguaje, aunque la mayoría de casos comparten un origen común. En la literatura del tema en cuestión, encontramos un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham, los cuales han llevado a cabo una extensa revisión sobre las investigaciones referentes al tema que nos ocupa (McCleery et al., 2013).
Dentro del cuadro diagnóstico del Trastorno del Espectro del Autismo, encontramos que los únicos aspectos relacionados con problemas motrices están ligados a conductas repetitivas y estereotipias motoras, tales como: aleteos, movimientos rítmicos (mecerse), movimientos de manos… así como anomalías posturales, caminar errático o rígido, andar de puntillas… Asimismo, otras investigaciones ponen en manifiesto de una marcha “atáxica” en adultos con autismo (Hallett et al., 1993), y la reducción de la estabilidad postural, especialmente cuando se interrumpe la entrada somatosensorial (Minshew et al., 2004). Los déficits en la estabilidad postural y la coordinación motora en los individuos con TEA se confirmaron a través de un reciente meta-análisis realizado por (Fournier et al., 2010).
Cada vez son más los profesionales que hablan sobre los desórdenes sensoriales relacionados con los TEA. Además, se considera que el lenguaje es movimiento, y que éste entra dentro de las habilidades motrices. La evaluación del desarrollo neuropsicomotor permite conceptualizar los comportamientos observados en el desarrollo según una clasificación amplia que va desde los movimientos reflejos mecánicos y automáticos hasta los movimientos coordinados complejos. Al mismo tiempo, cabe destacar que uno de los órganos relacionados con la coordinación muscular, el mantenimiento del equilibrio y el tono muscular es el cerebelo. Puesto que, éste contiene el mayor número de neuronas y sinapsis de cualquier estructura en el Sistema Nervioso Central. Como se ha comentado anteriormente éste está relacionado con las funciones cognitivas superiores, inclusive el lenguaje. El cálculo de la energía del cerebelo es esencial para el desarrollo motriz adecuado, pero en las personas con TEA la mayor parte de los procesos están perturbados, provocando dificultades en el lenguaje y la comunicación, en las interacciones sociales, así como un comportamiento estereotipado (Hampson y Blatt, 2015). 
Figura 1: (A) Regiones neuronales y los mecanismos implicados en el funcionamiento motor y de la percepción motor de acción, y (B) la coordinación y la conectividad neuronal sensoriomotora y la palabra y el funcionamiento del lenguaje. Foto: Copyright © 2013 McCleery, Elliott, Sampanis and Stefanidou.

Ahora bien, si realizamos un buceo bibliográfico podemos encontrar que el desarrollo psicomotriz se fundamenta principalmente en (Wallon, 1964) y (Piaget, 1965) quienes unieron lo psíquico y lo motriz como un todo. La teoría piagetiana afirma que la inteligencia se construye a partir de la actividad motriz, todo el conocimiento y el aprendizaje se centra en la acción del niño sobre el medio, así como las experiencias a través de su acción y movimiento. Por lo que el movimiento corporal juega un papel importante en el desarrollo psicomotriz del niño, puesto que éste les permitirá interactuar con sus iguales y con el medio que les envuelve.
Frecuentemente, podemos encontrar en esta población dificultades de hipersensibilidad que han llevado a algunos investigadores a proponer las dificultades sensoriales como el factor primario en muchas de las manifestaciones del autismo. En la misma línea, las dificultades motrices de carácter dispráxico, también se han propuesto como limitaciones sustanciales que afectarían al juego, la exploración del entorno y sus habilidades de conducta adaptativa. Por otra parte, son muchos los estudiosos que apoyan la idea de que en los trastornos del desarrollo neurológico se producen dificultades para la representación e integración del input sensorial. Por lo que proponen que para actuar sobre este déficit se deberá trabajar con los niños desde experiencias sensoriales planificadas y controladas que promuevan la estimulación vestibular, propioceptiva y/o táctiles y que permitan desarrollar respuestas funcionales.
Finalmente, cuando se mencionan las características de los niños con trastornos del desarrollo neurológico específicamente con TEA, nos encontramos con dificultades en la comunicación verbal y no verbal, repertorio restringido de intereses y comportamientos, alteraciones sensoperceptuales como se ha comentado con híper o hiposensibilidad frente a estímulos auditivos, visuales y táctiles, además de la presencia de movimientos estereotipados.

Extraído del Trabajo de Investigación que lleva como título "La integración sensorial y motriz y su relación en la comunicación y los aprendizajes de los alumnos con Autismo" de Rubén Sánchez Perucha en su Trabajo Final de Máster en Neuropsicología y Educación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

Fournier, K.A., Hass, C.J., Naik, S.K., Lodha, N., y Cauraugh, J.H. (2010). Motor coordination in autism spectrum disorders: a synthesis and meta-analysis. Journal of Autism and Developmental Disorders, 40, 1227–1240.

Hallett, M., Lebiedowska, M.K., Thomas, S.L., Stanhope, S.J., Denckla, M.B., y Rumsey, J. (1993). Locomotion of autistic adults. Archives of Neurology, 50, 1304–1308.

Hampson, D.R., y Blatt, G.J. (2015). Autism spectrum disorders and neuropathology of the cerebellum. Frontiers in Neuroscience, 9, 420.

McCleery J.P., Elliot N.A., Sampanis, D.S., and Stefanidou, C.A. (2013). Motor development and motor resonance difficulties in autism: relevance to early intervention for language and communication skills. Frontiers in Integrative Neuroscience

Minshew, N.J., Sung, K., Jones, B.L., y Furman, J.M. (2004). Underdevelopment of the postural control system in autism. Neurology, 63, 2056-2061.

Piaget, J. (1965). La formación del símbolo en el niño. México: Fondo de Cultura Económica.


Wallon, H. (1964). Del acto al pensamiento. Ensayo de Psicología comparada. Buenos Aires: Láutaro.

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